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miércoles, 3 de marzo de 2010

Schemeta

Contaban los que sabían, y no por eso se sentían omnipotentes, que suele ocurrir alguna vez en el siglo, que dos personas atormentadas y descreídas se cruzaban en un punto muy distante de su lugar de origen.
Ninguno de los dos planificaba ese encuentro, pero una frase mágica y trillada abría el cofre del encanto de ese encuentro.
La frase develadora era "quieres ir a tomar un cafe" y no era un querés con tonada de argentinidad, era un querer muy respestuoso y desde entonces uno de los dos dejaba encerrado para siempre en la memoria el sabor de ese primer café que marcaba un ahora.
Luego, uno de los dos debería romper sus esquemas de desencanto y el otro debería acomodar su idioma al encanto del paisaje local.
Por un ahora que parecia infinito, ambos dejaban de lado el futuro y se disfrutarían incondicionalmente...
Pero llegaría un momento en el que uno de los dos volvería a ser el de siempre, y sus miedos y sus dudas harían que el otro se alejara por un tiempo y que después ese corto tiempo se transforme en un adiós hacia tierra natal.
De allí en adelante los dos se recordarían con celosa ternura y toda su historia sería puesta en condicional.
De aquel lado del mundo uno de los dos debería rearmar el mundo que había abandonado con la pretensión del para siempre, mientras que de este otro lado, al otro sólo le quedaría reflejar la leyenda para que no se pierda la magia que pudo imprimir a algunos días el sabor de un primer café sellado de ahoras que no sabían cómo continuar...

¿Continuará?...