Siempre nos queda
un piromaníaco escondido
en algún pliegue de la ropa y del alma;
la cosa está en decubrir donde
lo dejamos escondido
Estaba prohibido divertirse,ser feliz,pensar,y sobrevivir.
La muerte nos perseguía mientras la muerte vivia y todo nos parecía tan normal.
Los rayos de luz incandecentes, esos que te partían el alma, habían pasado de moda...y uno lentamente se acostumbraba a ese ritmo.
Ya nadie tenía pretextos para recordar por qué era que luchabamos en otros tiempos. Muy de a poco y sin necesidad de armas violentas para la carne nos había vencido en el mimso centro de nuestra lucha...
Muy de a poco y sin ninguna excusa nos dejamos vencer.