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viernes, 19 de noviembre de 2010

Lucía y sus peleas frente al espejo

Y sin querer llegó el momento en el que Lucía debía preguntarse si valía la pena seguir batallando o si debía entregarse a la dulce comodidad de no intentar más. Se mira una y otra vez en el espejo y ya no se reconoce y eso que esta vez no puede echarle la culpa a ninguna metamorfosis de la peluquería ni a la ropa nueva llena de encajes y colores que aprendió a usar con gusto. Esta vez es otra cosa. A veces está muy tentada en pensar que de tantas caídas y porrazos, el alma que solía tener, se quedó sin piedra basal; que todos los golpes gestionados por cuenta propia e innecesarios le movieron los cimientos del alma de tal modo, que hoy cercana a la edad madura, se ha quedado sin estructuras sólidas para soportar el dolor.
Pero pensaba en su lucha; seguir o darse por vencida. Cuáles son los pro y cuales los contra. Le habrá servido de algo el querer alardear frente a otras que ella también podía vestirse de colores para salir por las tardes a dar una vuelta sonriente igual que las demas chicas del barrio. Le habrá servido de algo mostrarse como una señorita entera y sólida que se desplomaba por dentro.
Tendría que respirar muy hondo, cerrar los ojos y ver toda su historia reciente en un parpadear para elegir con qué se quedaba y qué abandonaba...pero a mitad de esta empresa, las lágrimas embarraban todo el panorama y ya no podía pensar. Siendo justos con la verdad, eso era lo que más le pesaba, el tener que pensar a cada paso que pie mover y de qué manera para encajar en el mundo que la rodeaba. Estaba tan harta de tener que pensar.  Tan harta de que de su boca sólo escaparan culebras con pretensiones de mariposas.
Pero sus fantasmas y sus silencios lo eran todo.
Los balances siempre tendían a darle números rojos.
Íntimamente sabía que al final no iba a pedirle permiso al mundo para retirarse de la reunión, sino que el mundo en algún preciso momento se iba a dar cuenta de que ella se alejaba  y se perdía por el umbral de alguna puerta...pero hoy no quería caer en ese vicio tan mortalmente humano y redundante. Hoy frente a su espejo quería ordenar sus fantasmas de la misma manera en que ordenaba toda la medicación que tenía que tomar.
No era estúpida, sabía que no le quedaba más remedio que seguir respirando inmersa en una historia que la invitaba a abandonar...pero lo que esta madrugada la aturde no es la fresca  lluvia sobre sus nuevas margaritas;sino que es la duda sobre si debe seguir o abandonar.

Talle 3

La madrugada se ha vuelto a poblar de colores de ausencia. Se escucha muy profundo, el temible ruido de los fantasmas y las palabras al atropellarse por salir desbocadas por esta diminuta boca mia que cada segundo se aprisiona más y más.
Es insoportable vivir temiendo mostrar los colores que uno guarda; pero más insoportable es verlos salir despedidos al aire sin encontrar un prisma que completar.
Lo dificil de descubrir que uno pelea para el bando contrario es precisamente eso...