Búsqueda

lunes, 22 de febrero de 2010

Redes (versión cruda)



Habrá que caminar muchísimos pasos tejiendo esta red.
 Habrá que confiar que el desatino no deje nada.
Habrá que dejar que la historia se escriba con pocos argumentos,
con ninguna certeza.

En esos días se sentía igual que la mañana por la que transitaba un pasillo de hospital con pisos casi relucientes, enfermedades vulnerables y a 1300 Km. del hogar. Los blancos uniformes rozaban su brazo confundiendo a los fantasmas que no ayudaban a respirar. Caminando a su lado una señorita de prolijos tacos y rimel en punta preguntando cosas de su natalidad. El largo pasillo sin mosaicos de colores para imaginar un ajedrez, se hacía cada vez más largo e intransitable y ella dudaba si quería llegar a la puerta del tercer piso, pasillo D, mientras sin querer, resonaba en ella una frase, el destino tiene infinitos pliegues, tendrás que esperar.
El pasillo con D de destino mostró toda su preponderancia; sus habitantes la miraban con una mezcla de lastima y curiosidad. Ella se presentó con un buen día, mientras el repiquetear de gotas la invitaba a huir. Aún estaba a tiempo; la sangre para la verdad se albergaba en sus dudosas venas. Y por si fueran pocas las ansias, los miedos y las dudas, antes de sentarse en el acusador banquillo que le exprimiría una gota de identidad, la señorita de los tacos prolijos saco de su maletín treinta y cinco papeles foliados para completar. Todo parecía indicar que era tiempo de largar todo por la borda y huir hacia la casita de las dudas, donde el dolor de la mentira tejida con blancos tintes familiares ese día y sólo ese, se soportaba más que las culpas por saber que iba a destruir otro mundo de cristal. Pero algo la detuvo, sabe que no es la foto que le tomaron para el legajo…aún se pregunta qué fue.
Luego de muchas letritas en tinta azul en diferentes casilleritos, fue conducida al banquillo de extracción. Las miradas seguían denotando esa mezcla demencial, mientras la enfermera, técnica en laboratorio, ordenó que abra y cierre el puño de manera intermitente. Luego un desfile de bandejitas plateadas con agujas, gasas, jeringas y probetas, y momentos después una clase de biología molecular para explicar un poco en que consistía la extracción de ácido desoxirribonucleico, mientras la chica de tacos prolijos me decía: “Tenés que firmar acá, acá y otra vez acá…es sólo un tramite de conformidad”… y ella sentía que estaba firmando un pacto con una de las caras del diablo. “El Estado firmó un convenio por el cual hasta el 2050 todos estos datos pueden ser reutilizados en cualquier momento”…y ella solo trataba de autoconvencerse: es la única manera de saber quien soy.
Mientras la sangre se iba poco a poco a su destino de casi cincuenta años de  reutilización, pensaba que del otro lado de la vereda estarían todos ellos, reclamándome más sustentabilidad laboral, menos materias que aprobar y mas técnicas de cuidados intensivos para enfermedades seniles…ellos, burócratas de las caretas, jamás pudieron ver las cosas que se escondían tras los pequeños pasos de zapatillas de lona vía Paraguay…reclamaban lo insostenible, pretendían lo usurpable, anhelaban más impunidad… La técnica en laboratorio dijo, ya está…en unos meses te vuelven a llamar por los resultados. A ponerse la máscara de camino a casa, pensó y a llorarle a una tía lejana pagame un pasaje en avión que me quiero ir a casa. Y también sólo por ese día, eso se cumplió…
Siete meses después de aquel primer batacazo se encontraba de nuevo a la espera de las determinaciones del pasillo D, pero esta vez en las oficinas de un organismo estatal. Nuevamente la señorita de prolijos tacos la acompañaba, ella era el Caronte que la conducía por ese río de dudas y certezas. Supongo que para matar el tiempo este Caronte preguntaba cosas sin sentido y hablaba del tiempo y lo loco que estaba…pleno Mayo y este calor…y es cierto qué en el Chaco tienen todos dengue.
Entró a otra oficinita y ahí le preguntaron si quería un café. No gracias, sólo quiero saber el resultado. Es comprensible, bueno mirá, la cosa es así…e inmediatamente un discurso prolijo, acartonado, proselitista explicaba cual era la función de aquella entidad. Después la magistral clase de historia reciente que ya conocía de memoria y casi a lo último, cuando la impaciencia se cruza con lo más violento de uno, se escucharon al fin las palabras mágicas: el resultado de tu ADN mostró lo siguiente


(“…”)



Vos decidís ahora como querés que siga este trámite
Como un fantasma entre los legajos, teléfonos, afiches y personas cruzó otro pasillo, tomó el ascensor y encaró por 25 de Mayo rumbo al centro de la plaza con madres sin saber muy bien porque no podía llorar, ni gritar frente a su nuevo destino con rostro de tramite, imaginando que todos esos pasos fueron un sueño; esa realidad no podía pertenecerle…Desde el centro del sur del sur coaccionaba las apariencias para intentar disimular que en su cabeza las cosas se estaban mezclando mas de la cuenta. La piba copada de otras tardes estaba agonizando; ya no hay ritual mundano que la haga sobrevivir. Aturdida como era previsible, caminó…En la música de bolsillo sonaba un grandioso grito en el cielo y en su cabeza miles de frases inconexas la aturdían aún más. Pero los colectivos, los semáforos, los autos y los subtes estaban complotados para no entorpecer sus pasos; para que esta historia no llegue a su fin.
Así se topo cara a cara con un edificio de ruinas…entró y hasta el propio crucifijo que oficiaba de anfitrión de esa sala lúgubre se asombró de verla por esos lares. Pero ahí nadie la conocía, no había nadie que le preguntara que pasó y aunque su relación con el Dios de los cristianos no funcionaba desde hacia años se quedó sentaba en ese banco de iglesia unas horas esperando que un designio mágico la despertara…pero obviamente, no paso. Antes de irse dejo en la cajita de las limosnas un papelito que decía: Somos hijos de la costumbre, amaestrados a acatar lo que el azar quiera…P/d: por favor, que de ahora en más  tu voluntad sea lo mismo que espero yo.
Cuando salio de allí, se sentó en la plaza cerca del dibujo de las madres a ver como las palomas se retaban a duelo por unos pedacitos de pan mientras esperaba a una amiga para ir a caminar. Mirar vidrieras y no comprar nada es un buen placebo para no pensar mientras tanto. Su amiga entendió la necesidad de silencio y sólo caminaron por casi cuatro horas por casi todos los negocios interesantes de la gran ciudad.
Llegando tarde al micro que la traería de vuelta al pago, esquivo las manifestaciones de gastronómicos que enloquecían el tránsito y sin hablar con nadie, se sentó en el asiento 17 del lado de la ventanilla y por cansancio o por destrucción total de cualquier esquema, se durmió escuchando una suite para madres atómicas que no explicaba el dolor.
De vuelta al pago, fijó sus ojos en un cartel publicitario que auguraba que se confirmaron más casos de dengue en el Chaco. El largo viaje, en el que en su cabeza aturdida devoró kilómetros de palabras para explicar lo que pasó, la devolvían cansada a su cuidad; pero el misterio profundo que soplaba desde el fondo de aquella terminal tornaba muy tentador el impulso de comprar un pasaje y embarcarse a cualquier otra parte, sin embargo varios planes habían quedado inconclusos y era preciso ponerles un punto y aparte a decisiones pasadas para poder avanzar.
En todo esto andaba perdida mientras el remis que la acercaría al centro se hacia desear. Eran cerca de las seis de la mañana y cerró los ojos imaginando un rodillo de pasto seco rodando por aquellas tierras al estilo de westerns americano, hasta que recordó que aquel cruce de avenidas era un poco temible y propicio para el ataque de cualquier punguista y prefirió estar atenta. Luego las luces altas de un Fiat Duna asomaron desde la izquierda; levantando tímidamente la mano, los acordes de una pegadiza cumbia brotaron tras la frenada del remis. Un rápido movimiento para acomodar la mochila en el asiento de atrás, un buenas, hasta Barranqueras por favor y otra vez en movimiento para llegar al hogar.
De más está aclarar que, entre la cumbia, las preguntas usuales de un remisero quejándose de los calores del Chaco Austral y las crecientes ganas de encerrarse a dormir, esas cuadras no fueron, precisamente, un plácido recorrido. Pero al fin, llegó a su casa. El barrio estaba prácticamente igual. Cuando se deshizo de la mochila y del vaivén del viaje que todavía la asechaba, prendió un cigarrillo, abrió las ventanas y se dio cuenta de que todos esos pasos fueron un sueño que intentaba resucitar buscando la luz. Escribió en la puerta de su pieza no es bueno guardarse el dolor en palabras que no saben articularseno es bueno el silencio para tanto rencor, pero no sé confiar mis miedos en caras ajenas.
Luego de ese regreso, de ese viaje para ponerle punto final a una búsqueda por saber quien se escondía tras la mascara de un pasado confuso, decidió hacer de cuenta de que nada pasaba y retomar un ritmo de vida normal. Volvió al trabajo, a la facultad, a salir por las noches…pero nada era igual. Vivía abstraída pensando en lo que ahora sabía y en como afrontarlo. Sabía que tenía un tiempo límite para resolver la situación burocrática que dejo en pausa en aquella oficina. Hasta que una mañana decidió mandar un mail a aquella oficina acusando recibo de que aceptaba recibir por mail un par de datos sobre lo que fue a buscar.
Estaba convencida de que la búsqueda que emprendió había terminado…busco identidades y encontró otra verdad: no tenía valor para enfrentarse a quien fuera su reflejo. Estaba cada vez mas compenetrada en las voces internas que le decían hay que seguir, pero a medida que esas voces crecían, crecía el miedo y la desconfianza y el silencio embargaba cada rastro de lucidez.
Desde hacia unos días tenía en su casilla de correo un mail con datos familiares, pero sobre todo tenía una dirección de mail para contactarse con esa otra parte que la estaba buscando, aún sin saber que formas y que palabras se guardaban en su interior… Un día tomó coraje y se sentó a escribir una mail para ese destinatario. El cursor habrá titilado en la pantalla una prudencial media hora…hasta que harta de ver nuevamente páginas en blanco escribió: Me estoy volviendo loca, lo admito…ya no hablo con nadie de mis miedos, ya ni siquiera puedo rearmar a la que me inventé ser. Todas tus voces me persiguen para contarme tu historia y no quiero escucharte, no puedo. Tengo toda tu historia dispuesta a develarse ante mis ojos en un mail en la casilla y no puedo eliminarlo y no quiero abrirlo. Ahí están guardados tu nombre, tus armas, tu historia y la cara de tus asesinos…pero no puedo acercarme a esa otra verdad sin antes aclarar mis miedos y salir de este infierno de papeles e instrumentos del Estado para construir mi identidad…no quiero que esto sea así, pero veintiséis años bajo este rostro de hija única no pueden desaparecer en un instante para transformarse en la hija/o perdido que nunca pudiste buscar…
Luego prendió un cigarrillo y pulso el botón de borradores. Ese mail aun aguarda por ser enviado, y quizás nunca logre salir de esa casilla virtual. Lo que es seguro es que desde la cabeza de esta chica se planificaron varias respuestas…y la que mas la salva y la redime dice así: Tanta lucha armada por los pasillos de la universidad, tantos compañeros mutilados por el régimen gubernamental de turno trajeron como saldo la apatía y las remembranzas de los días feriados…quitando el color a más de un nacimiento…y ahora ella, desde esa casilla de mails, se pregunta para qué, mientras ve a su extensión que no la conoce perderse por un camino sin clubes sociales, sin familias, sin amanecer, y sin querer conocer a aquella que tanto se parece a ella, que tanto le recuerda a un punto sin fin.
Hay tantas formas de escapar a la muerte y tantas otras de escapar de uno mismo…Existen infinitas redes que se van tejiendo entre las realidades del pasado y las incertidumbres del futuro. A veces la sangre engaña, otras da dolor. Las mentiras vestidas de blanco inundan la memoria de lo que no debió ser pero es; sin embargo todas ellas eligen aferrarse a esas mentiras tratando de ser corteses con el azar que se impuso para sobrevivir…No hay que esperar más que el pasado regrese hasta aquí, la que escribe y su historia ya son parte de un pasado que se niega a regresar en la memoria de las oficinas de turno tras los vidrios de la gran capital…


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